La visita a Houston estaba básicamente justificada con la visita a la NASA, y despues se reducia a un paseo por la city y la visita al Astrodome, del que había oído maravillas, pero que al tratarse de un espacio polideportivo en el que no teníamos mucha chicha que cortar si no asistíamos a algún evento, pues una vez hecha la visita a la NASA abandonábamos la ciudad camino del oeste.
En esa selección natural también cayó Galveston, que también me llamaba no sé por qué y tampoco supe el explicar y justificar debidamente dicha visita.
Pero si entramos en la NASA, a disfrutar como enanos. En un enorme trozo de terreno, tienen los americanos una de ciencia acumulada capaz de cualquier tipo de aventura. La visita, dentro de los haituales shows americanos: donde trabajan con los cohetes, donde entrenan a los astronautas, pedazos de la historia espacial, donde controlan las naves. Es indispensable para cualquier amante de la ciencia.
Nos dio para toda la mañana, y rumbo a San Antonio, no sin antes hacer una llamadita a casa con el super móvil compatible tribanda que Pilar había agenciado para poder hablar con nuestro mundo ibérico. La verdad es que me tocó hacerlo por un pequeño susto familiar, pero también nos sirvió para comprobar su buen funcionamiento, porque nadie nos había llamado en todo lo que llevábamos de viaje. Despues tuvimos algo de suerte y conseguimos amortizarlo debidamente.
Y de Houston, camino San Antonio, por ese típico paisaje texano del que nos íbamos empapando porque nos íbamos a cruzar entero el estado. Sol, calor, cintas y carretera.
Alojamiento: SCOTSMAN INN
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