Tres sujetos ennoviados en esos momentos y sin fecha fija de compromiso (mentalidades alemanas aparte) se comprometieron a que el primero que se casara invitaba a los otros dos. Eso quedó firmado e inmortalizado.
Si nos hubiéramos ceñido a las apuestas en el momento de la firma, hasta parecía que iba a ser yo el primero. Después, acabé siendo el último y con mucha ventaja. Pero eso es otra historia. La apuesta la ganó Miki al sprint cuando todo iba indicando que la máquina alemana iba a arrasar con todos.
La apuesta se cumplió algunos meses después de la primera boda en otro local de referencia, de los que no hay que olvidar ni antes ni despues de los 50.
Dedicado a Miki y Stephan, dos grandes los mires por donde los mires.
No cambio mis pensamientos por juegos de perdedores
que apuestan por la reina de corazones.
que apuestan por la reina de corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario