Este artículo lo puedes encontrar aquí. Siempre un #RealityBites, de aquellos en los que ves pedazos de realidad, de una realidad que muerde. Ya he dicho más de una vez que me encanta esta frase, que descubrí en la película de dicho nombre, y que prometo revisar durante este año 2018.
Vamos al tajo. No pongo todo el artículo porque se vale por si sólo, y si os interesa más allá de lo que ponga yo aquí, que mejor que clicar ek enlace y leerlo de su fuente original en PlayGround
"A los cinco años yo estaba fascinada con el piso de mi amiga Raquel, en Trinitat Vella.
Era un bloque de ladrillos de tres plantas formado por dos largos
pasillos. Cada pasillo lo habitaban un montón de puertas y ventanas. Ningún vecino tenía balcón propio, a cambio a mí me parecía que tenían un balcón muy grande que todos compartían. La
gente tendía la ropa, transitaba por esos corredores con vistas a un
parque, de fondo la cárcel, de vez en cuando se escuchaba el grito de
una madre con la cena preparada como en los libros de Manolito Gafotas. ¡Susana, las salchichas! Todo eso lo conecté después. Me parecía una suerte que picar a la niña vecina fuera tan fácil.
Años más tarde supe que a esos bloques los llamaban casas baratas, los pisos del patronato."
Y es que la imagen de la inocencia nada tiene que ver con la realidad que muerde. Y me encanta esa visión ingenua y positiva que te hace "volver a ser un niño".
"Los trabajos se han precarizado, pero no todos somos igual de
precarios. No es lo mismo trabajar en un curro de mierda porque no te
queda otra a trabajar en un curro de mierda mientras aprendes alemán y
haces un máster en Berlín. No es lo mismo cobrar 900 euros, pero tener un colchón familiar y un piso de propiedad, a no tener nada de eso"
Pero todos lloran con las mismas lágrimas. Las mismas lágrimas que una de esas que mandaban mucho soltaba diciendo que tenía problemas para llegar a fin de mes, cosa que no neganos fuera cierta a base de gastos a nivel de sus sueldazos.
"El barrio siempre será volver casa. Hay quienes
nunca se fueron. Hay quienes están fuera, pero regresan de vez en
cuando. Hay quienes aún no lo saben, pero acabarán volviendo. Hay
quienes se llevan el barrio consigo.
"Mira si estoy ogullosa de mi barrio que llevo la estatua de Chillida del Parque de la Creueta tatuada, como mi hermano", me explica Alba (Bittah). Pienso en los hermanos Bayona que se llevaron 'La Trini', el nombre con el que ha bautizado su productora, a un local de Paseo de Gracia.
La churrería, la plaza, tu calle, tu portería, el centro cívico. Los
vagones de la línea roja del metro. La carne halal. La comunión
ecuatoriana de tu amiga Zanea. La vecina de tu abuela, en batín,
enseñándote orgullosa las notas de sus nietos. El barrio siempre será tu casa."
Yo he tenido la suerte de vivir toda la vida en el mío que, sin ser uno de los estigmatizados, tampoco es que te hagan la ola cada vez que dices de dónde eres. Pero al final, lo quieres porque tembién es parte de tu vida, como tu familia, tu escuela, tus amigos. Y tienes que defenederlo y no avergonzarte de él por el hecho de estar donde esté o de lo que la gente ignorante piense/opine de él.
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