Se ha apagado el invitado imprevisto, pero está más vivo que nunca...
Joaquín se nos ha ido. Al Cielo. No queríamos que llegara este día, pero sabemos que es lo mejor: para él y para nosotros, que nos podrá ayudar muchísimo más. Su fe -la que tantas veces mostraba en este blog- nos habla de esto: está más vivo que nunca.
Porque el invitado en el Cielo, no es imprevisto. A Joaquín le estaba preparando la estancia: una bien grande, que se lo merecía, después de casi 30 años con su enfermedad "imprevista". Habrá llegado y habrá hecho lo que con tantas ganas quería hacer: "Dios mío, chapeau!". "Gracias", le habrá dicho.
Gracias, Joaquín; muchísimas gracias por todo lo que nos has dado y por tanto que hemos aprendido de ti. Por lo que habéis hecho con tu hermano Borja. Por los "pactos chinos", y por todas las veces que nos has enseñado (con el ejemplo y con la palabra), que la alegría no se puede perder nunca. Y si no, para eso está Dios a nuestro lado.
Muchas gracias, de verdad. Rezamos por ti, aunque convencidos de que serán oraciones "de ida y vuelta".
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