02 septiembre 2012

Japón 2012 - Día 4

Si os haceis una idea del ritmo de viaje de los 3 primeros días, lo de hoy igual parece un poco soft. Así es. Ir a ver el Fuji sin subirlo es ir al Grand Canyon y no bajarlo, o subir a Montserrat en coche o funicular. Esa subida, durmiendo en refugio y medianamente equipado, es asumible llegando un sábado y volviendo un domingo. Al Fuji, no a Japón. Lo dejamos para la próxima visita
Es sábado, y algunos japoneses hacen fiesta, y se van de excursión, y llenan los trenes, por lo que sin llegar a niveles de la Sagrada familia, la densidad turística de japoneses ha aumentado. Además, hoy amanece nublado: una alegría para el cuerpo, no para la vista, porque eso quiere decir que lo de ver el Fuji va a ser complicadillo.
Nos recomiendan verlo desde el lago Kawaguchico (me toca), dos estaciones más allá del acceso a los tramos de subida, y una más allá de los accesos a un Parque de atracciones con muy buena pinta. Llueve. Las nubes por debajo del Fuji, que se adivina detro de ellas. Entre que decidimos qué hacemos va y para de llover, sopla un vientecillo y parece que aclara... Un teleférico al Monte Tenjoyama, recomendado por el Tourism de turno es buena opción para ver el lago y esperar un milagro en forma de aclarado. Subimos, pero no aclara lo suficiente, y el Fuji se queda allí escondido.



Ya de vuelta, el proceso inverso y a aprovechar algo del día para ver algún pendiente de Tokyo, cercano a la estación si es viable. En este caso aprovechamos principalmente para la Tokyo Tower, a imagen y semejanza de la parisina Effiel, y para dar un garbeo por el distrito Roppongi, zona moderna de torres altas y con dos partes diferenciadas: la de oficinas y residencial, desierta la tarde-noche del sábado, y la de Centros comerciales y locales varios.
Esta vez la opción restauración se aseguró el tiro y acabamos en un garito del Centro Comercial, que nos solucionó la papeleta de fácil y sencillo, a base de arroz, curry y un cacho de cerdo rebozado. Mención especial para las cervezas del país, a buen nivel en su habitat natural: en copa o jarra procedente del congelador y a temperatura próxima a la congelación del líquido.

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