Todo ser humano –héroe o villano, decente o criminal- tiene derecho al duelo por parte de aquellos que lo amaron en vida. Y ese duelo –aunque a algunos tiranos se les suele olvidar- exige la presencia del cadáver con el fin de poder enterrar dignamente los restos del difunto.
No es sólo una costumbre respetada por todas las culturas, la del duelo es una necesidad antropológica imprescindible para que los deudos sobrevivientes puedan iniciar el proceso del olvido. La desaparición de los cuerpos, al impedir el duelo, acaba volviéndose contra los verdugos, al hacer imposible el olvido y, por lo tanto, también la reconciliación.
Y esa demanda, la del duelo, se transmite de padres a hijos. Así se constata en el caso de las fosas comunes dejadas en campos, cunetas y en rincones de los cementerios por la represión franquista. Han sido, en general, los nietos de los muertos quienes han reclamado –y reclaman- un entierro decente para sus abuelos. Éste era –a mi juicio- el principal impulso que llevaba dentro la Ley –mal llamada- de Memoria Histórica. El Estado proclamaba y se hacía cargo en ella de ese derecho. Pero ¿qué ha hecho el Gobierno -desde que se aprobó la ley- para cumplirla? Si hemos de atender a lo que dicen los parientes de los muertos, el Gobierno no ha hecho nada.
De acuerdo que es de ley esa honra, y que viene de raíces atropológicas. El problema es que, como en tantas otras cosas, otros lo utilizan para enrabietar y promocionarse.
Quizá haya sido ese “no hacer nada” -o hacer poco- por parte del Ejecutivo lo que ha movido las voluntades de los deudos para que fueran a llamar a la puerta del Juez Campeador, el perejil de todas las salsas, quien, de inmediato, comenzó a mover este nuevo platillo chino. Un platillo más en una larga lista (¿cuántos procesos hay abiertos en ese juzgado de la Audiencia Nacional?). Platillos que –ora aquí, ora allá- se mueven a impulso de este juez prima donna (los que saben sostienen, sin embargo, que esas manos “instructoras” son más torpes que las del inspector Clouseau, el de la Pantera Rosa).
Parece claro que cuando tengamos algún tema que poner en el "candelabro", el juez Garzón es el más apropiado. Y no quiero decir que no sea justa la causa de la honra de la familia, todo lo contrario. Si hace falta ir a Garzón se va. Eso sí: que nadie vaya "por ir"...
La iniciativa garzoniana ha sorprendido a la gente de la Judicatura pues, como recordó uno de ellos (el señor Gimeno, portavoz de Jueces para la Democracia) “no hay proceso sin imputables”, y en este caso todos los posibles imputados fueron amnistiados. Pero los leguleyos siempre encuentran razones y resquicios para intentar llevarse el gato al agua y a Garzón (verdadero capitán general entre ellos) las leyes ordinarias y la de Enjuiciamiento Criminal se la han traído siempre al fresco, pues aquila no capit muscas. Él trata directamente con normas de más calado: “Crímenes de lesa humanidad”, “Resoluciones de la ONU”, “Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos”… y de ahí para arriba. Normas que convierten en imprescriptibles los delitos que Garzón instruye y, por supuesto, convierten en agua de borrajas la Ley de Amnistía de 1977. Lo que Garzón sostiene en al teoría y –sobre todo- en la práctica es que la Justicia (su justicia) está por encima de la Ley. Un pensamiento –obvio es decirlo- con fuerte aroma totalitario.
Por lo visto, y no soy experto en leyes, tenemos a una mezcla de Bronson y Eastwood en este percal.
Pero lo más curioso del caso ha sido que quien tenía la obligación de solucionar el problema, el del entierro digno para los muertos, el Gobierno, ha declarado –sotto voce- estar de acuerdo con el procedimiento garzoniano.
Pues sí, ya sabemos que el trabajo sucio lo tienen que hacer los héroes (o los anithéroes).
Como era de esperar, este “procedimiento garzoniano” ha acabado por enredarse en discusiones competenciales… y, según dicen quienes saben de estos vericuetos judiciales, el proceso tiene pocas probabilidades de prosperar, pero entre tanto, el ruido sigue… mientras se comprueba –certificado de defunción mediante- que el general Franco está muerto de verdad. Y, de paso, se propagan mensajes tan demoledores como inadmisibles. Veamos:
Mensaje nº 1: La ley de amnistía –como toda la transición- fue hecha bajo presión, debido al miedo que producía el ruido de sables entonces existente. Más que amnistía fue amnesia lo que se impuso.
Henos aquí ante una gran mentira, una calumnia contra los hombres y las mujeres que, provenientes de bandos distintos, se pusieron de acuerdo en traer la Democracia a España y para ello prepararon (por primera vez en nuestra atormentada Historia contemporánea) una Constitución consensuada.
No fueron cobardes, sino valientes y generosos y el proceso necesitaba para su culminación del mutuo perdón entre españoles. Para ello -y sólo para ello- se acordó la Ley de Amnistía, cuya vigencia pretenden echar abajo el juez Garzón y sus interesados adoradores.
Ese primer mensaje escrito más arriba es perverso y mentiroso, de esos que gustan a los adanistas que ahora nos gobiernan, para quienes, antes de llegar ellos al poder, sólo existía el miedo y sólo se habían hecho chapuzas, aunque no son los actuales gobernantes los únicos adanistas, también su antecesor lo era: “la segunda transición”, que predicaba José María Aznar, ¿recuerdan?
Que la amnistía impuso la amnesia es también mentira, como han mostrado todos los historiadores –y son muchos- consultados al respecto: sobre la guerra y sobre el franquismo se han publicado desde 1975 cientos de libros, miles de artículos y reportajes. En fin, también sobre el asunto que nos ocupa, el de las represiones, primero en las dos retaguardias durante la guerra y también sobre la que realizaron los vencedores mediante una auténtica máquina de picar carne humana después de su victoria hay libros objetivos y profesionales, como el que coordinó el catedrático Santos Juliá.
Pero imaginemos, por un momento, que las propuestas judiciales de Garzón prosperaran y se abriera un proceso penal contra los asesinos franquistas que enterraron en las cunetas a sus víctimas…, pues en tal caso tendría que hacerse lo mismo con los asesinos de la otra parte, aquellos que en la retaguardia republicana se dedicaron a dar “paseos” y a llenar los parques públicos y los cementerios de cadáveres. Porque, dejémoslo bien claro: en los dos bandos se practicó una enfurecida “limpieza étnica”.
Me encanta la frase: el proceso necesitaba para su culminación del mutuo perdón entre españoles. Y qué decir de las limpiezas étnicas: quizás muchos piensan en la limpieza post-guerra, pero la de las retaguardias dan que hablar tanto como la otra.
Y aquí llega el segundo mensaje perverso:
Mensaje nº 2: Los asesinados en la retaguardia republicana ya fueron “honrados” y sus asesinos perseguidos por el franquismo. Los únicos que ahora deben ser “honrados” -y sus asesinos juzgados- son los represaliados por el franquismo.
¡Nunca más! Para mi eso es la memoria histórica: Hay que recordar para no repetirlo. Y otra palabra que me encanta: perdón.
Y más frases que me encantan: lo que se debiera hacer es precisamente lo contrario, es decir, ampliar el mutuo perdón y hacer que todos los muertos –todos- sean también de todos.
Mi humilde y desconocida contribución está en este blog...
Mensaje nº 3: Todos los represaliados por el franquismo son héroes de la Democracia y de la libertad.
Los ganadores de la guerra civil sostuvieron durante los interminables años de la dictadura que los muertos (1936-1939) en los territorios bajo el Gobierno republicano eran todos ellos “mártires de la Cruzada”, es decir, “mártires del cristianismo”, afirmación que está tan lejos de la verdad como cerca de la propaganda. Ahora, con parecido sectarismo, algunos pretenden que todos los fusilados, agarrotados, muertos de un tiro en la nuca o simplemente represaliados bajo el largo periodo franquista fueron “héroes de la Democracia y de la Libertad”.
Este mensaje ha sido patrocinado por todos los pericos represaliados, que somos heroes de la Democracia y de la libertad en la Catalunya actual ;-)
Ésta también es una afirmación sectaria y por eso debe ser combatida. Lo haré a continuación, a sabiendas del riesgo ideológico que corro con ello, pues ya se sabe que el silencio de los disidentes ha sido siempre muy apreciado entre quienes se dedican a la propaganda política y no a la reflexión o al estudio.
Eps! Aquí me falta cultura para saber si Leguina va ahora de Al Gore o sigue en actividad política. Por respeto al artículo voy a suponer que aún está en la política activa.
Con ocasión de la escritura de mi novela “Tu nombre envenena mis sueños”, hube de ilustrarme acerca de lo que pasó en el Madrid republicano durante la guerra y vivir en aquella retaguardia –nadie que se haya ocupado de ello lo negará- representó para mucha gente un auténtico infierno de persecución y de muerte. Bastaría la lectura de la gran novela de Juan Iturralde, “Días de llamas” para ilustrarlo. Por no hablar de Agustín de Foxá (“Madrid de Corte a checa”), pero como este conde era “faccioso”, citaré, además, a dos socialistas: Max Aub (“El laberinto mágico”) y Arturo Barea (“La llama”). También estos autores hablan de ese infierno.
Y esto me lleva a un personaje –ligado a la UGT y al PSOE- que resultó ser un individuo siniestro: Agapito García Atadell, que se hizo famoso en Madrid al inicio de la guerra civil como jefe de la “Brigada del Amanecer”. La tal “Brigada” (no era la única, los de la FAI fueron maestros en “represión revolucionaria”. Por ejemplo, montaron una checa en el Cine Europa de la calle Bravo Murillo y de ahí salían a dar “paseos nocturnos” y a llenar de cadáveres la Dehesa de la Villa) estaba constituida por una pandilla de asesinos, muy contentos de pasearse armados por la retaguardia y de no pisar el frente, que aparecían de madrugada en los domicilios de la gente “de derechas” para dar “el paseo” a sus moradores y, de paso, “requisar” en su propio y personal beneficio los bienes que encontraban en los registros de aquella casas.
Según se cuenta, enterado de ello Indalecio Prieto –que era Ministro de la Guerra- dio la orden de detener a García Atadell y a su cuadrilla, probablemente, con el propósito de ponerlos frente a un pelotón de fusilamiento. Pero las intenciones de Prieto se filtraron y llegaron a oídos de Atadell, quien arrambló con todo lo que pudo (obras de arte, joyas, dinero… fruto de la rapiña) y consiguió salir de España e instalarse en Marsella, desde donde, junto a su compañera –una monja exclaustrada- tomó un barco con destino a Buenos Aires. Pero el buque hizo escala en Las Canarias y poco podía imaginar aquel truhán que los franquistas (quizá alertados desde la zona republicana) lo iban sacar del navío para tomarlo preso, como así fue.
No se conoce muy bien por qué, pero sabemos a través de Koestler (autor de “El cero y el infinito”, entonces preso de los franquistas en Sevilla) que García Atadell estuvo en aquella cárcel sevillana y allí le dieron garrote. Probablemente, sus restos reposen en alguna fosa común de algún cementerio sevillano (por ejemplo, el de San Fernando)… y si es así, pronto serán exhumados de esa fosa… ¿con honores?
Siempre encontraremos ejemplos en ambos lados. Admiro a los que son capaces de sacarme toda esta retahila argumental a partir de lecturas, estudios y otras tareas intelectuales: se llamen Leguina o jueguen conmigo a furbo. Porque la cultura es Patrimonio de la Humanidad.
¿Por qué no aceptamos la verdad de una puñetera vez? La inmensa mayoría de la derecha española renegó de la Democracia durante la República y, desde luego, durante la guerra… pero es que la izquierda tomó en buena parte la deriva “revolucionaria”, es decir, antidemocrática. En cualquier caso, una guerra civil no es el mejor momento para la defensa de los derechos civiles ni para la discusión civilizada… “ Es la hora de los hornos y no se ha de ver sino su luz”.
En fin, que entre el ruido de las fosas en manos de Garzón se ha impuesto, al fin, una consigna según la cual “el PP se niega a reconocer la sangrante realidad de las fosas” (sic). Se llega así al último mensaje. Éste ya en clave electoral.
Mensaje nº 4: La derecha española es heredera y añorante del franquismo.
¿O sea, que casi la mitad de los votantes españoles prefieren el franquismo? No sé si los ideólogos y asesores de imagen del “nuevo” socialismo gobernante, que es quien sostiene tal mensaje y tal barbaridad, son conscientes del disparate que perpetran con este tipo de propaganda sectaria y mentirosa.
Mas debo decir, para concluir, que somos muchos los socialistas que –ya hartos de simplificaciones- nos negamos a que la izquierda se reduzca a ser la mera expresión de una aversión, la aversión a una derecha a la que ellos visten de maniqueo sin ningún rigor político o intelectual.
A eso se le llama ganar partidos a base de miedo escénico, de echar brevajes en el agua, regar campos para que queden bien embarraditos. Ganar unas elecciones o gobernar pericos y culés juntos para preservarnos de un gobierno del PP no son las mejores prácticas para propagandear los votos a favor. Eso sí, se ganan una de partidos con ellooooo...
En general, me llama la atención y a la discusión este tema porque, como todos los que descendemos de familias españolas hemos tenido a alguien en algun bando. Nadie elige su lado pero sí que es bueno escuchar los argumentos de un lado para contrastarlos con el del otro. Y como dice el texto, ni todos moros ni todos cristianos.
Cambiando de tercio y como reconocimiento, parafraseo una famosa canción de los 90:
(minuto 3:25)
PD: Por cierto, para los que me imaginaban a estas horas camino de Santiago, lamentar esa gripe anual de unas 24-36 horas que me ha retirado hace unas 10 horas y que espero dure menos de 24... Eso sí, desde esas tierras, mis fuentes no me aconsejaban tampoco la ruta. Seguiremos informando.
Os pongo una foto de como me hubiera encontrado Leon... A veces, las casualidades no existen.
foto de El País
Pero la semana que viene seguro que es otra historía...
3 comentarios:
"A veces, las casualidades no existen".
Paul Auster dixit:
"¡Ah sí, me resulta francamente irritante! Está la necesidad y las contingencias y la vida no es más que eso, contingencias. No hay más que abrir los ojos y mirar la vida de la gente que te rodea, la de tus amigos, para darse cuenta de hasta qué punto ninguna existencia sigue una línea recta. Somos permanentes víctimas de contingencias cotidianas. Pienso a menudo en una palabra: accidente. Existen dos acepciones, la filosófica y la cotidiana, en el sentido en que se habla, por ejemplo, de un accidente de automóvil. Por definición, un accidente no es previsible. Se trata de algo que ocurre: no previsto. Y nuestras vidas están hechas a base de accidentes. También me interesan mucho los accidentes que no llegan a producirse. La casualidad existe. El tipo que cruza la calle y que se libra por los pelos de que le arrolle un vehículo. Ese milímetro gracias al cual permanece con vida me fascina: esa distancia mínima contribuye a fabricar una vida. Me parece muy evidente; no hay nada más normal que eso. No, sinceramente, la idea del azar no me interesa. Es como si se descubriera por primera vez leyendo mis libros: es absurdo."
Anónimo Juanan
Qué buen post...
Acaba con esa gripe de una vez, y ¡pa Santiago!
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