Una de las actividades que este último verano he podido recuperar, aparte de la de escribir con más frecuencia en este blog, ha sido la de ir a dar unos cuantos bolazos a un Campo de prácticas de Golf.
Hubo una época en la que era una práctica habitual un par de veces al mes escaparme a Can Cuyás, alquilar unos palos, sacar un green-fee y ponerme a apuntar a cualquier parte a ver si ponía la bola lo más cerca posible de allí.
Eso, un curso de iniciación y uno de handicap me pusieron en disposición de poder ir a cualquier campo de Catalunya a echar unos hoyos. Era un objetivo que me hacía hasta gracia: solo era custión de ahorrar...
Despues, un par de fracturas en la mano y un buen susto en la clavicula fueron la excusa perfecta para dejarlo algunos años, a pesar de que un par de meses antes me había por fin comprado unos cuantos palos y la bolsa.
Hubo cierto miedo a ver si esto del golf se olvidaba del todo o aún quedaban resquicios: calentamiento, flexionar piernas, brazos extendidos, acompañar el golpe, no destensar brazos, ensayo sin bola, otro ensayo sin bola, otro más, nadie te está mirando con demasiado interés... Ahora!!! ZASSSSSSSSSS!!! Le dí!!!! Fue bastante recta!!!!
Despues, más de 100 intentos con un buen porcentaje de aciertos y ningún palazo al aire. Se puede considerar un éxito tras tantos años solo haciendo el amago de pillar un palo delante de los amiguetes.
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