06 julio 2018

El invitado imprevisto

Sirva de modesto homenaje a Joaquín Romero, al que tuve la suerte de conocer y de ver siempre con una sonrisa, a pesar de TODO. Un ejemplo en muchas cosas, y de los que me recuerda que no sé de que me estoy quejando. Os recomiendo su blog; os recomiendo su libro. Descanse en paz.


Se ha apagado el invitado imprevisto, pero está más vivo que nunca...


Joaquín se nos ha ido. Al Cielo. No queríamos que llegara este día, pero sabemos que es lo mejor: para él y para nosotros, que nos podrá ayudar muchísimo más. Su fe -la que tantas veces mostraba en este blog- nos habla de esto: está más vivo que nunca.

Porque el invitado en el Cielo, no es imprevisto. A Joaquín le estaba preparando la estancia: una bien grande, que se lo merecía, después de casi 30 años con su enfermedad "imprevista". Habrá llegado y habrá hecho lo que con tantas ganas quería hacer: "Dios mío, chapeau!". "Gracias", le habrá dicho.

Gracias, Joaquín; muchísimas gracias por todo lo que nos has dado y por tanto que hemos aprendido de ti. Por lo que habéis hecho con tu hermano Borja. Por los "pactos chinos", y por todas las veces que nos has enseñado (con el ejemplo y con la palabra), que la alegría no se puede perder nunca. Y si no, para eso está Dios a nuestro lado.

Muchas gracias, de verdad. Rezamos por ti, aunque convencidos de que serán oraciones "de ida y vuelta".

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