El día 1 empieza tarde, porque lo del jet lag justo aparece a la hora de levantarse. Salimos a ver parte de todo ese barrio que nos recorrimos ayer por la noche para buscar el hotel, y esta vez hacemos fotos.
Empezamos con el barrio Shinjuku y su templo más popular, cuyo nombre no pone la guía. Repaso a calles recorridas de noche y paso de nuevo por estación. Ambas zonas bulliciosas, pero con horas punta mucho mas espectaculares.
En el otro lado, un Downtown de los de verdad, con subida incluida al piso 45 del Gobierno Metropolitano de Tokyo y acaba en la terraza sur de la estacion.
El sol pica estilo Cordoba en sus buenos tiempos y no te quitas durante las horas de sol ese sudor de humedad y verano.
Nos salva del sol alguna nube del cielo y un parque frondoso en el que visitamos El templo Meiji Jingu, de un emperador supongo que grmande del Japón y un crack si nos basamos en las dos distribuciones de barriles de Sake y Borgoñas a su entrada. El jardin, más de refresco y tradicionalidad que espectáculo en sí.
Destacable el mensaje que le hicieron llegar en ese templo a un servidor:
Be gentle and honest above all, though you lack the genius to tower over others like the tallest bamboo in a grove. Thus your live will be truly happy and unclouded.
Ahí queda para su meditación. Y la mía...
Y de allí, al estadio olímpico Yoyogi, inaccesible ante el concierto de algún Justin japonés. Y para colmo teen, la Takeshita Dori, paraíso de ropa, chuches y tendencias de los jóvenes del país. Y los mayores de la moda, Omotesando, el Rodeo Drive de Tokyo.
Ya es de noche y el paseo, aunque ya largo, es más agradable. Seguimos a las bandas de camisas claras y pantalones de pinzas hacia la estación de Shibuya, famosa por su cruce peatonal y su homenaje al chucho que esperó a su dueño durante 10 años sin saber el pobre animal que el hombre había muerto... De esta historia seguro que algún grupo japonés saca una canción: "El can despidió a su amo, él partió en un AVE..."
Después, cenita por la zona y a pillar el JR (Japan Railpass) que ya está pagado. Hasta Shinjuku al hotel, y esta vez ya sin perdernos.
Empezamos con el barrio Shinjuku y su templo más popular, cuyo nombre no pone la guía. Repaso a calles recorridas de noche y paso de nuevo por estación. Ambas zonas bulliciosas, pero con horas punta mucho mas espectaculares.
En el otro lado, un Downtown de los de verdad, con subida incluida al piso 45 del Gobierno Metropolitano de Tokyo y acaba en la terraza sur de la estacion.
El sol pica estilo Cordoba en sus buenos tiempos y no te quitas durante las horas de sol ese sudor de humedad y verano.
Nos salva del sol alguna nube del cielo y un parque frondoso en el que visitamos El templo Meiji Jingu, de un emperador supongo que grmande del Japón y un crack si nos basamos en las dos distribuciones de barriles de Sake y Borgoñas a su entrada. El jardin, más de refresco y tradicionalidad que espectáculo en sí.
Destacable el mensaje que le hicieron llegar en ese templo a un servidor:
Be gentle and honest above all, though you lack the genius to tower over others like the tallest bamboo in a grove. Thus your live will be truly happy and unclouded.
Ahí queda para su meditación. Y la mía...
Y de allí, al estadio olímpico Yoyogi, inaccesible ante el concierto de algún Justin japonés. Y para colmo teen, la Takeshita Dori, paraíso de ropa, chuches y tendencias de los jóvenes del país. Y los mayores de la moda, Omotesando, el Rodeo Drive de Tokyo.
Ya es de noche y el paseo, aunque ya largo, es más agradable. Seguimos a las bandas de camisas claras y pantalones de pinzas hacia la estación de Shibuya, famosa por su cruce peatonal y su homenaje al chucho que esperó a su dueño durante 10 años sin saber el pobre animal que el hombre había muerto... De esta historia seguro que algún grupo japonés saca una canción: "El can despidió a su amo, él partió en un AVE..."
Después, cenita por la zona y a pillar el JR (Japan Railpass) que ya está pagado. Hasta Shinjuku al hotel, y esta vez ya sin perdernos.
2 comentarios:
Mazo de penya, neng! k agobioooooooooo!!! O_o
*Familie Lehnveria*
Qué pasote, lo del perro... Buen viaje, niños.
Publicar un comentario