Hace 10 años, tal vez un poco más, uno decidió que su carrera profesional no debía orientarse a la gestión y, entre los maravillosos mundos de la gestión y del trabajo técnico decidió quedarse con este último, que le llevó a una "preciosa aventura" en el mundo de la programación. Luego me quedó claro que pasar a la consultoria y a la gestión mayormente no han sido las evoluciones reales de la decisión que tomé en ese momento.
Y uno nunca sabe ni quiere saber si el embolado en el que me vi envuelto y del que salí ni Dios sabe cómo fue causado por mi temeridad, mi autosobrevaloración, o por el abandono a mi suerte al que quizás me enviaron los que confiaban en mi o de los que yo dependía.
Nunca les he agradecido lo que aprendí de todo aquello, que se prolongó hasta el febrero siguiente, en el que aparecieron 2 refuerzos salvadores a los que les traspasé un producto que por lo menos funcionaba, y que había conseguidp que saliera bastantes veces con el sol aún en el horizonte.
Y enlazando con ese factor día - noche, el nombre del título salta a la palestra, basado en los tiempos del Valencia del Lubo Penev, que parecía poner a posta los partidos a las 22:30 para que ese bulgaro bota de oro estuviera en sus horas más álgidas, que despues seguro remataba en las discotecas del Bacalao.
En mi caso, esas horas eran silenciosas, solo rotas por algun taco y por alguna indicación del cliente respecto a lo que estaba bien y a lo que estaba mal... Mejor debo decir en nuestro caso, porque ese cliente, y las esporádicas pero siempre agradecidas apariciones de un compañero de fatigas aún en la actualidad aunque en bandos contrarios, habían oído más de una, dos, tres veces la violencia con la que la bola de unos cuantos kilos de peso repercutía sobre unos bolos puestos en modo escuadrón sobre una tarima resbaladiza multiplicada por 15 - 20 universos cuánticos en los que dicha pista se convertía.
Una prolongacion de madrugada de julio, que bien podría ser esta hace 10 años, se puso en marcha el sistema. El ruidito del horario discoteca se compaginó de día con el del chirriar de una puerta que cuando se escuchaba quería decir que algo no había funcionado como se esperaba, y todo esto tuvo su lógica continuación cuando meses despúes despedíamos a las pesetas y dàbamos la bienvenida a Mister Euro, que añadió alguna que otra alegría a dicho sistema, especialmente a la hora en que las conversiones de pesetas mantenínan su número pero no su moneda pago hacia la cuenta corriente de algunos pobres sufridores.
Pero aunque lo parezca, este post no es de desánimo, si no de recuerdo de aquellos tiempos donde, sufrimientos aparte, aprendí lo educativo que representa ser una situación límite de ese tipo, aprendí a valorar con una ponderación alta a las personas y como se comportan en los momentos difíciles, y aprendí sobretodo a delimitar un poco más ampliamente los límites de la (mi) realidad. No voy a negar que por alguna dimensión, esos límites se han ensanchado, y me siguen enseñando que el corredor de cursas, una vez hecha la primera carrera, nada como esa experiencia para saber que se pueden hacer todas las que quieras en cualquier momento con un minimo de preparación añadida.
Y una sonrisa para ese cliente al que le debo un pastel de aniversario de 10 años que me apodó/adoptó como Chuchi en homenaje al inigualable Gila, al amigo con el que detrás de una cerveza seguimos recordando esta batallita y muchas otras , a los amigos de toda la vida, que me seguían buscando novia "incluso en esos tiempos", en los que casi que me fue mejor que me dijeran que de "que ni intentarlo", y también, por qué no, a los que en su ansía monetario-corporativa metieron a la infantería un una contienda de tanques y cañones y le preguntaron por las siguiente batalla sin haber terminado la primera.
Y no olvidar aquello tan clásico de que "si la vida te trae limones, tú pide sal y tequila!
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