Hay tantos caminos por andar

Decía una peregre (a la que esperamos se arranque en este mundillo blogero) antes de entrar al espacio patrocinador del concierto que llegar a Santiago está bien pero que no hacerlo caminando ya no es la misma sensación. También decía que, a pesar de todo, hay que repetirlo siempre que se pueda. Eso nos pasa con Julieta Venegas: nada será ya igual a aquellos entrañables conciertos de Julieta en Bikini (inolvidable para uno que la escuchó en su México querido) o en La Paloma, llenos de compadres orgullosos para los que los cuadros de Julieta eran su catecismo.

Y hay que alegrarse por la artista, a la que ya gritan guapa dos filas y dos conciertos detrás de aquel al que se lo escuché por vez primera. El éxito de la Tijuanilla nos hace perder parte de su encanto pero también nos hace no perderla de vista, y seguir esperando un "Muchaas grasiaaaas" que tan dúlcemente entona desde el primer concierto, con ese acento que inevitablemente también identificamos con aquella Hermosilla, fan de Tim Burton, que nos alegra las Coronas y los Cuervos en ese Tijuana que vió nacer a Julieta y a nosotros nos da de beber.

Esa Julieta, que puede caer por cadenas de plata y oro, por hermosos extraños y sus promesas, sigue con ritmos desde RapHipHoperos (o algo así, que de esos entiendo poco) o hadrockeros, a clásicos comercicuarentaprincipales que ya puedes descargar en tu móvil. Repasó ya clásicos "Lento", "Algo está cambiando", se metió en su "Limon y Sal", y recurrió a Neruda y Los Tigres del Norte para dar mensajes de aquellos que igual algún día lee en pantallas gigantes y con la camiseta del Espanyol puesta... Cosas más inverosímiles le he visto, que ayer en un momento del concierto llamó a mi periquito, aunque igual se refería a alguno de sus músicos "picante y sabrosón".

Esa Julieta, ahora en una jaula de oro, aclamada por espaldas tan mojadas como la mía, no tuvo justa correspondencia en el sonido de la carpa en la que actuó, ni en algunos de sus nuevos asistentes a conciertos, llamados a ello gracias a un SMS al 1515, empeñados en fotografiarse de las 300 maneras posibles con las que llenar un blog como éste, y esperando a que Julieta dijera "Me voy" para cantar con ella. Si desmerecer a nadie, a Julieta le han aparecido muchos peregrinos, movidos más por el Xacobeo que por Santiago, ondeando un móvil para hablar y hacer fotos en lugar de una vieira en la mochila, y maravillados por El Jato y el pulpo de Melide si haber disfrutado de los cereales que se recorren y viven en la ancha Castilla.

Sea lo que fuere, El Camino de Santiago se puede disfrutar desde el primero hasta el último kilómetro. Y Julieta, nos da igual si viene o va, si sube o baja o si no está segura de lo que siente: queremos que siga andando con nosotros.