Lo mires desde el ángulo que lo mires no puedes dejar de pensar en un vigilante del horizonte, unos jinetes, unos carromatos, y si te embarcas en el paseo en coche del recorrido indicado, te puedes llegar a imaginar donde se escondían los indios.
Vale la pena verlo de lejos y verlo de cerca, compartir el tórrido sol, llenarte los pies y el coche de polvo. No te quedes con el fondo de esas películas de John Ford.
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