Había tenido la suerte de visitar Las Vegas antes, pero nunca llegando de noche. La expectacularidad y el profundo cambio a la llegada puede considerarse incluso "agresivo" (Bessona dixit). Se le añade el cansancio de adivinar por donde se entra a los hoteles, y de decidir en cual quedarse.
Pero una vez eso solucionado, hay que disfrutar de lo que la ciudad te ofrece, y no hay que ser un jugador para disfutar de sus reconstrucciones hoteleras de ciudades míticas, sus tintineantes Casinos, sus atracciones, sus buffetes libres. The Strip no te deja impasible.
Tampoco hay que olvidar el Downtown y su famosa Freemont St. Ahora, en otro alarde de "más difícil todavía" (el adjetivo difícil, muchos lo cambiaríais) han colocado un techito por la calle en la que cada cuarto de hora se ponen a emitir una suerte de videos que le añaden un toque aún más ¿Kitch?.

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