He puesto un tweet esta mañana con un compromiso hacia el autor de este post, diría que por alusiones. Ya llegaremos a esa parte.
Jordi Molas es uno de esos tipos de los que me encanta saber de su vida, que de jóvenes coincidimos en más de una aventura escolar y paraescolar, que comulgamos con la estela de ese equipo que nos transforma, y del que sigo sabiendo gracias a la redes sociales; y ello representa dentro de mi balanza sobre su uso un peso importante a poner en la balanza. Pero vayamos al grano. Aquí su brillante artículo:
Hace cuarenta y tanto días decidí retirarme a una cueva anímica donde no tuviera acceso a la redes sociales. ¿Los motivos? Un poco de todo: cansancio por el excesivo ruido y la banalidad de muchas discusiones. Pero, sobre todo, porque el testimonio de Gustavo
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Salvados” -en el que reconoció que padecía una adicción al móvil- encendió todas las alarmas.
Un reto interesante para tiempos cuaresmales. Tomo nota. En mis tiempos hice uno parecido con otro vicio, pero eso es otra historia y merece ser contada en otra ocasión. En esta ocasión lo que me da vueltas es cuando hablamos de adicción. Cuál es la regla al respecto?
Conozco al bueno de Gustavo desde hace años. Nunca me esperé de él semejante declaración. Y no me lo esperaba porque lo considero -y lo sigo pensando- un tipo con la cabeza muy bien amueblada. Su testimonio y las cosas que contó en esa entrevista me interrogaron directamente. Y, tras un periodo de tiempo en el que hice algo así como un “examen de conciencia” sobre mis comportamientos y prioridades, la respuesta que obtuve me acojonó. Al cabo de un día cualquiera, había dedicado muchas horas a una actividad en la que se mezclaban, en un desorden imponente, la bronca, las risas y la vaciedad más absoluta.
El móvil nos desborda cuando queremos abarcar más de lo que podemos, como en otras tantas facetas. Lo que pienso es que si vamos a perder tiempo, da igual si tenemos o no móvil, que ya nos pondremos excusas para perderlo con otras cosas. Antes lo hacíamos con la televisión, o los libros, o la calle, o tirando piedras a los charcos a ver cuantos rebotes hacían.
Aquí os dejo parte de su valiente -y reveladora- experiencia. Gracias Gus!
Interesante la versión de franjas horarias, pero si tienes autocontrol, lo único que basta es controlas las notificaciones: lo digo en la pantalla de un oredenador que, como el excel, todo lo aguanta. Sé que mi paso a práctica de mis teorías nunca tienen un éxito reseñable. Está claro que el problema empieza cuando se acaba el auto control.
El sueño se vio afectado. El rendimiento laboral, también. E, incluso, el modo de interactuar en conversaciones presenciales.
Mira, pues yo quedé más afectado cuando era adicto a la TV y me grababa todo lo que quería ver. Tenñia sesiones hasta que caia dormido delante de la tela... Eran otros tiempos. También mi resistencia era mayor, ya sea delante de la tele o cerrando el Tijuana.
Reconocer esa situación, queridos, me hizo ver un precipicio bajo mis pies. “¿Es posible que una cosa tan tonta como
Twitter me haya separado de la realidad?” Empecé a entender muchos problemas que, o bien eran consecuencia directa de esa adicción, o bien se amplificaban con la suma de esa adicción con mi TDAH. Da igual, el asunto era que tenía -y probablemente siga teniendo- un problema que exige tomarse este problema de otra manera.
Yo creo que en mi caso no me aleja especialmente de la realidad, ni a nivel personal ni a nivel profesional. Sí que he de decir que, como todo ladrón de tiempo, pues es un ladrón de tiempo. Pero que de esos toda la vida los hemos tenido. Antes te podría dar toda la alineación de la Grama y del Hospi y ahora me apunto los partidos que juega el Hospi y por ejemplo el Llagostera aunque probablemente no pueda ni acabar sabiendo el resultado si no es gracias a twitter...
Ejecutar la primera parte de la decisión fue lo más sencillo: apenas se tardan unos segundos en desinstalar todas la redes sociales de mis dispositivos móviles. Lo que vino después, ya no lo fue tanto. Se vive una especie de “síndrome de abstinencia” que puede recordar a la experiencia de quien luchando por dejar de fumar: muchos y pequeños actos habituales que los experimentamos asociados a coger el móvil de forma compulsiva (o encender un cigarrillo)
No lo he probado, fácil no es, pero si implica un reto o un pique, vamos a jugar juntos!. Pero insisto que no me considero como un adicto de ese nivel. Si estoy equivocado corregidme.
Durante estos cuarenta y pico días de ayuno digital he entendido estas tres cosas.
1. Mi adicción a las redes sociales llegó sin darme cuenta. Y lo hizo por la acumulación de pequeños actos a los que no presté mucha importancia en su momento. Esos “venga 5 minutos más y me voy a la cama” y que terminaron convirtiéndose en varias horas de charla digital. O “sobre estos 27 asuntos tengo que dar mi opinión sea como sea”. O “a este desgraciao se le va a caer el pelo por lo que ha publicado”. En una palabra, desbocado.
Me libro de esos alargos, tal vez hoy jueves auqneu luego la hora de publicación os engañe... pero los jueves no llegan a ser sagrados pero son casi como una fiesta de guardar.
2. Mi conocimiento de la actualidad se ha visto afectada muy seriamente. Durante estos cuarenta y pico días en la cueva me he enterado con bastante retraso de la muerte de Carme Chacón, de las peleas en el Parlament, de atentados, de las habituales rajadas de políticos, etc. Gracias a mi desconexión de Twitter he podido comprobar que no tengo el músculo ni la constancia de procurarme la información que quiero consumir. Antes de esta autodesconexión, mi conocimiento del mundo era casi totalmente reactivo. La actualidad llegaba a mi timeline de Twitter sin que tuviera hacer nada. Y, como estaba permanentemente conectado, aparentemente siempre estaba al día. En una palabra, autoengañado.
¿Y qué es la Verdad? ¿Y qué es el conocimiento de la realidad? Decido para bien o para mal cual es la realidad que quiero conocer y na la que debería conocer. Si alguien quiere ayudarme en estoi soy todo oídos... El autoengaño, como el conocimiento de la realidad es algo muy subjetivo, S alguien sabe de normas objetivas que me corrija y me las ponga. Se lo agradeceré.
3. Esta parte me preocupa bastante: cuidar las amistades digitales. Reconozco que, gracias a las redes sociales, he conocido a personas muy interesante con las que mantengo una relación de afecto y estima. Mira, en este caso le doy un punto positivo a Twitter. Con estas personas hemos procurado vernos en el “mundo no digital” y hemos mantenido el contacto vía whatsapp y, se terciaba, incluso con llamadas telefónicas. Pero, y de ahí esa preocupación, en la base de esa pirámide no se encontraba la voz física. Por eso, en estos cuarenta y pico días en la cueva he descubierto que apenas he mantenido contacto con ninguno de ellos. Y me duele. Me duele porque no he sido capaz de invertir el modo en el que me relaciono. Ya sabéis: la empatía. En una palabra, aislado.
Creo en las amistades digitales, pero desde el punto de vista de esa gente con la que puedo coincidir poco a nivel personal, pero que siempre que lo he hecho me hge quedado cn las ganas de repetirlo con frecuencia. Y las redes sociales me permite hacerlo. Sin necesidad de una llamada prevista periódicamente, o de una carta, o de un café en la terraza más cercana. Ojalñá, pero creo que la vida no te da para hacer toda esa vida social que te encantaría hacer. Ni cuando ganes el EuroMillón.
Ese Gorka, esa Rosa, esa María José, ,ese Joan, ese Josep R., ese Carles, ese Jaime, ese Fernando, esa Esther.....
Termino.
Confieso que durante estos cuarenta y pico días en la cueva entré una vez en Twitter y fue para dar visibilidad a un artículo de una buena amiga. Y, que cosas tiene la vida, vi que apenas un puñao de amigos se había dado cuenta de mi ausencia. En una palabra: revelador.
No aspiro a medallas ni reconocimientos, pero por los motivos que explico más abajo, yo he sido uno de los muchos que han echado de menos los tweets de Jordi. Sobre todo cuando había motivos (especialmente desde el punto de vista perico) de los que sacar punta en toda esta Cuaresma.
P.S.: Ya tiene su aquél que para dar a conocer esto que he escrito tenga que entrar en Twitter y Facebook. Un guiño irónico, sin duda.
PS. Yo me reconozco uno de ellos, pero porque no sigo básicamente a ningun blogger y sus RSS; tengo un baúl en Feedreader que de vez en cuando echo un ojo y, por suerte o desgracia, solo hago caso a las cuentas de twitter que proyecto en mis notificaciones de móvil y, por supuesto, el @jmolas es uno de ellos. Como lo son Oscar Julià, o Oriol Vidal, o Javi Vazquez, o Miki Navarro, o Ignasi Isabel, o Javier de Haro, o mis Sergi i Xavi, o Montse, o Pilar ....
Y termino con mi guiño irónico. En el post de twitter al respecto he avisado que la historia continuaría, y esto es lo que he hecho aquí. No pienso propagar este post ni más ni menos que lo que he hecho en los 82 (jo***!) publicados este 2017. A ver si entramos en los blogs o en la otra red social en la que comparto este post...
El #ToBeContinued is over. Es tu turno Jordi. Bienvenido de nuevo a (tu) casa.