¿De qué hablo cuando hablo de correr?
La novela de Haruki Murakami leída hace pocos meses, era lo que más me vino mientras corria, aparte de una de las canciones que pusieron al pasar por los 5 Km, y que me recrodaban a las medias partes en Cornellá, ya que es una de las clásicas publicitarias que salen por allí.
Pero más allá de esto, la descripción técnica de la carrera es una organización que mejora y que tuvo ayer la desgracia de que la lluvia la acomnpañó, especialmente en su tramo más deseado por muchos de nosotros: la clásica Fideuá con la que nos agasajan al llegar.
Esta vez han puesto delante la cursa de 5 km. que amplia la posibilidad de participantes en ambas carreras.
El resultado, aquí mostrado.
Los cercanos dirán: qué pasó para esta marca. Los más cercanos lo saben: una contractura en los isquios el miércoles. El jueves no pienso correr aunque voy a hacer bulto a Brafa; el viernes, viendo que resisto el bulto y que la cosa no ha empeorado, me espero a ver que pasa el sábado. Y el sábado, tras las llamadas cómplices de los compis particpantes, no hay duda que lo vamos a probar.
Lo probamos, sin más calentamiento que el trayecto casa-salida, porque tal vez cualquier esfuerzo de más sería un kilómetro menos. Juan Pedro y Toni están mucho mejor, y no pasa la primera curva en que ya los envío al estrellato, a su marca más real, por debajo de la hora de largo.
Y ahí empieza Murakami. Lo mío es correr fuera del mundo. Ayuda la creciente oscuridad pero no las conversaciones intercorredores. Desconecto. Mido que en cada zancada (zancadilla mejor) estire lo justo la musculatura. Busco la mejor manera de pisar, de arrancar, para que ese isquio alto no hagas zas! o empiece a decir que me cargo y que hay que plegar.
Me adelantan todos, casi todos los que han arrancado incluso más tarde que nososotros. Mis compañeros de ritmo son de los que hacen la carrera por vez primera, que no saben si aguantarán tanto rato corriendo, o los que físicamente estás muy justos y ya saben lo que hacer para completar 10 km.
Empieza a llover. Suave. No molesta. Ya me acerco a mi casa. Puede que alguien me vea. ¿Qué van a pensar?. Les puedo enseñar mi protección extra en la pierna derecha, buscar 5 palabras rápìdas que entiendan mientras paso. Pero mi "da igual" supera el "que diran", porque el objetivo está claro desde un principio.
He vivido por allí toda la vida. Sé cada metro de calle lo que representa. Por Xaloc me pasa el campeón. Le aplaudo, junto a todos los que van detrás a todo trapo. Y al cruzar la meta por vez primera me adelanta la primera chica en acabar. 36 minutos. En lo esperado. Veo que todo va bien en los isquios. La protección parece que hace su efecto conciliador. Me atrevo a dar un poco más de ritmo, si se le puede llamar así. Adelanto a los mismos que me van adelantando porque se ven fuertes. Paso por delante de casa. Poca gente desafía la lluvia. Amagos de contractura me hacen bajar al ritmo de inicio, pero de pulmones y corazón voy sin problemas, silbando casi.
Me cruzó con amigos de mi LH, pero a lo lejos y por la lluvía es una pasada y saludo fugaz. Llego seguro, tarde pero bien. Me vuelvo a animar al enfilar la Gran Vía. Pero no aprieto para lo que queda por si acaso, porque el jueves querría volver a vestirme de corto, y el sábado, y la semana siguiente... Ya estamos en meta, bajamos de 1h10m. El tiempo no importa.
Y en el fondo la pregunta es ¿por qué?. Estaba justificado? No sé que es lo que me hizo tomar ese riesgo, y tampoco sé lo que me hizo completarlo con éxito. Sólo sé que ayer noche entendí un poco mas a los que hacen más de 10 km. corriendo, y que, si la salud no dice lo contrario, las lesiones nos respetan, y las circunstancias lo permiten, puede que algún post de este blog salga con alguna tirada algo más larga. Nunca digas ...
2 comentarios:
"Me sentía como la carne de ternera pasando a través de una lenta máquina de triturar. Tenía ganas de seguir avanzando, pero mi cuerpo me ignoraba. Semejaba un coche que subiera una cuesta con el freno de mano echado. Mi cuerpo estaba absolutamente desarbolado y parecía que de un momento a otro se iba a descomponer en pedazos. Iba sin aceite, con los tornillos sueltos y los engranajes desajustados. Mi velocidad disminuyó de golpe y me adelantaron, uno tras otro, muchos corredores. Entre ellos, una anciana corredora, bajita, que tendría unos setenta años. "¡Ánimo!", me dijo al pasar a mi lado. Estábamos apañados... ¿Y qué ocurriría a continuación?" HARUKI MURAKAMI, De qué hablo cuando hablo de correr.
Enhorabuena campeón!!!!
Y recuerda: cuando no puedas galopar, trota; cuando no puedas ya trotar, camina; cuando no puedas caminar, ve a cuatro patas; cuando no puedas ir ni a cuatro patas, arrástrate... pero nunca -y cuando digo nunca, quiero decir nunca- dejes de avanzar.
O sea... que en el 2013 cae la maratón.
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