15 junio 2005

Memorias de un consultor


El mundillo de los consultores siempre da lugar a situaciones cómicas en algún momento del proyecto o de la vida laboral de esa fauna en la que me incluyo. La última que se puede contar es la de un consultor que se fue a casa del cliente a una visita para conocer el estado de desarrollo de sus productos.
A una distancia de 40 km. y con la americana y corbata de rigor, nos plantamos mi compañero y yo en las oficinas de esta gente. La reunión fue positiva y bien aprovechada. Tras casi dos horas de conversaciones y aventurillas varias, la reunión concluye, agarramos nuestras americanas y nos vamos para la oficina. Llegamos y me dispongo a sacar los trastos que siempre me dejo en los bolsillos de la americana (lápices, tarjetas, cartera, etc.) ...
En eso que saco del bolsillo 4 tarjetas del cliente: "Que raro! Sólo me dieron una!!". En eso que saco la cartera: "Esta cartera no es mia!!!". En eso que me miro la americana de color gris y rayas horizontales y verticales: "Yo tengo una como esta, pero .... ¡¡Esta mañana he salido de casa con la azul lisa !!!!!!!!!!". En eso que los compañeros de trabajo ya no pudieron ni agunatarse la risa y empezó el cachondeo global: ME HABÍA LLEVADO LA AMERICANA DEL JEFE!!!! "Callar, callar, que os va a oir la secretaria !! .... Sí , avise a su jefe que ahora mismo le retorno la americana con todo lo que llevaba en su interior... ".
Me tocó soportar el cachondeo de toda la oficina, el cachondeo de los del a otra empresa ("Sí, sí, reíd lo que querais que no llegareis a lo que se han reído en la mia ....") y el cachondeo de todos los allegados a quien les explico la aventura. Más grave es el tema cuando resulta que la americana que yo llevaba era azul lisa, y que al jefe de la otra empresa le sacó casi un palmo de altura. Ahí quedó demostrado que mi incomodidad llevando americanas es innata, y que la lleve de mi talla o cinco numeros más pequeña da igual para lo que me hace sentir incómodo.
Intenté descargar las culpas alegando que me había probado una muy parecida a la que me llevé antes de salir de casa (rigurosamente cierto), haciendo cómplice del delito a mi compañero acusándole de ser tan despistado como yo y no darse cuenta que no volvía con la misma americana ("Sí claro, bastante tengo con saber quien me llevo en el coche...."). Pero no hubo manera humana de salvarse de la quema.

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