Empezamos una serie de series. Y esta primera fue considerada un clásico. Narra la historia de uno de la Corte Romana, que "gracias" a su problema de expresión era considerado como el tonto de Roma. Es un papel que le trajo mucha más fortuna que infortuna, y que le mantenía vivo pasaran las corrientes que pasaran.
Había otros de más famosos, de más guais, pero esos subían a lo más alto y desde allí se daban el gran castañazo. Claudio, con una inteligencia en el fondo más larga de lo que la gente sospechaba, utilizaba sus defectos para rentabilizar sus virtudes. Y seguía vivo. Y todos le consideraban.
Tal vez tuvo la suerte de saber que, debido a su faceta externa, tenía claro que le consideraban tonto cuando no lo era. Más grave y más dudad genera el tema cuando las facetas externas no te retratan de ningún modo característico.
1 comentario:
Es también una de mis series míticas, quizá la que más. ¡Qué buena era! ¿Para cuándo una reposición?
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